ROSA SÁEZ, Unquillo, Provincia de Córdoba,
Argentina.--
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Tras el paisaje ha buscado la esencia de su ser, ése
que
aparece apacible y casi silente entre tantas luchas y lunas desveladas,
al lado de un niño que duerme.
¡Cuánta vida extraordinaria tras esa apariencia
sencilla y activa!
Seguramente fue cuidando esos niños
que la vida le
ha concedido, que escribió sencillos versos dedicados a ellos.
Sólo reproducimos uno...
Ronda de papel
A la ronda, ronda, ronda,
ronda de papel.
¿Quién tiene la prenda?
Seguro que Isabel.
Isabel no la tiene,
la tendrá Maribel.
A la ronda, ronda, ronda,
a la ronda de papel.
Si no la tiene Isabel,
ni tampoco Maribel.
¿Quién tiene la prenda?
¿Quién la puede tener?
A la ronda, ronda, ronda,
a la ronda de papel.
Seguro que la tiene,
Mariquita o Anabel.
Mariquita no la tiene,
tampoco Anabel
La prenda se cayó
y el perrito de la casa,
¡Chocolate!, pensó...
A la ronda, ronda, ronda,
a la ronda de papel.
El perrito se la trajo,
Ya no la quiere tener.
Esa prenda no le sirve,
esa prenda de papel...
. . .
Esa docilidad a veces cansada y que se revela alzando
manos al viento que gritan: ¡Aquí estoy! ¡Aquí soy!
Tras las manos apresuradas al trabajo diario y el delantal de cocina cruzando
la cintura, puesto para
atender la gran familia que espera a la mujer constante, hija, hermana, madre
y abuela, el espíritu se agita
tras la cascarilla mundana, tratando de manifestarse.
Procura lo material con inteligencia práctica
y sin fatiga se entrega a las demandas cotidianas…
Demasiadas exigencias para una sola persona, que en abanico se prodiga sin mezquindades
y reclamos
y nadie se da cuenta que ella también requiere un lugar donde reposar
su cabeza, un cariño a tiempo,
una caricia cálida.
Entregó sus hojas, sus flores y semillas y hasta
la corteza del tronco, pero la savia que aún bulle por más
vida, encontró otros caminos por los
cuales se ha escapado y reflejada en los paisajes
y sus colores, allí encontró la existencia propia;
la que nadie ve, sino sólo su destello.
Aquí no copiará modelos existentes, no le
dirán, cómo hacer las cosas, ni siquiera osará
nadie a pedirle más nada y sin embargo, es en este lugar donde
más se entrega y donde más ofrece…
No habrá nombres ni apellidos hurgando sus
quehaceres, sino alguien, que eligió su obra, sólo
porque en una invisible conexión espiritual, le ha llegado y ese alguien
dice: no te separes de mí,
te admiraré y admirarán donde yo esté, te llevaré
conmigo mientras viva…
Así se ha quedado en muchos hogares y muchos
lugares…
Ella y su obra, los paisajes y personajes con quienes escapó a través
de su pintura…
Nacida en Amstrong- Provincia de Santa Fe- Argentina-sus
primeros años transcurrieron en Noetinger- Provincia de Córdoba,
donde germinó su vocación por la pintura paisajista y
posteriormente vivió en Buenos Aires, radicándose en forma
definitiva en Unquillo, Provincia de Córdoba,
hace más de diez años.
Comenzó a pintar en 1993, con la ilusión
de plasmar la belleza que admiraba en su entorno y Coco Rivolta de esta
localidad, la inició en el arte, dándole clases durante
unos meses.
Luego continuó por sí
misma y efectuó su primera exposición en San Isidro, Buenos
Aires, donde vendió sus primeros cuadros y fue Néstor Verón
quien la dirigió desde 1998 a la actualidad, en el Taller que Rosita
ha instalado en su casa de Unquillo.
Estuvo en España varios años,
donde también efectuó importantes exposiciones.
De sus dos matrimonios, nacieron cuatro hijos que ahora son
mayores de edad, diez nietos y tres biznietos,
aunque no deja de brindar cuidados a su mamá de 94 años,
quien reside en Buenos Aires, por lo que cada
tanto debe viajar hasta esa ciudad.
