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Entre lo virtual y lo real…


El chateo por Internet

¿Es el chateo por Internet algo tan virtual como se lo sindica, o acaso va camino a ocupar un espacio en lo real?

Esta pregunta resulta muy apasionante si consideramos sus implicancias.
Notamos algunas personas, que envueltas, en forma casi permanente, en su propio mundo interior, padecen los efectos, de tales mecanismos “introvertidos”, relegándose y /o aislándose del medio.
Tal conducta, los conmina a un trabajo casi desmedido en el tiempo, pretendiendo “llenar espacios” los cuales se sienten vacíos, lo que logran, por ejemplo, condicionándose a mirar gran parte del día, programas televisivos, como modo de mantener algún “contacto” con el mundo que los rodea.

Resulta que, ahora, nos encontramos con un “aparato” que nos comunica con otro ser, el cual presenta características parecidas, o no, a las nuestras.
El medio (la computadora, a través fundamentalmente del chat; aunque también puede darse a través del correo electrónico) en sí mismo, adquiere valor, porque del otro lado está una persona potencialmente “necesitada” como “yo”, de mantener un contacto.

En un lapso, el vínculo pasa a ser muy especial, porque la comunicación transita, por lo general, en un corto tiempo, del diálogo a la indagación, de ésta a la confidencia, e inmediatamente al desborde en la comunicación, por lo general, impulsados por una recíproca necesidad.

Quizás convenga, discernir entre “lo virtual” y “lo real”. El primer término viene del latín “virtus”, que significa fuerza-virtud. Se lo usa frecuentemente en oposición a “actual”, “efectivo” o “real”. El segundo término, del latín “reale”, se aplica a lo que tiene existencia verdadera y efectiva. De una rápida lectura, se puede inferir que son expresiones antagónicas; no obstante, si reparamos en los efectos que produce lo virtual (para el caso, el chateo por Internet), habremos de comprobar que tal relación, tiene bastante de lo real.

¿Existirán circunstancias en las que lo virtual, permita abordar a lo real, mejor que lo real a sí mismo?

Sin lugar a dudas, la mayoría de nosotros, hemos concretado, en algún momento la experiencia de chatear por Internet. Y, a veces, cuánta facilidad encontramos para tener confidencias con ese interlocutor, que resulta sernos como válido. Le contamos las cosas más delicadas que nos suceden, leemos igualmente las vivencias más inverosímiles que se le ocurre contarnos, y todo en mucho menos tiempo, de lo que le llevaría quizás, al mejor psicólogo, en interiorizarse de los problemas de su paciente.
¿Por qué pasa esto?
Probablemente, porque en el anonimato se encuentra la fuerza.

Pero, ocurre, que a la postre, se sale del anonimato, y es notable como una gran mayoría de inter- nautas, preconcibe como condición, para empezar a chatear, que exista algún dejo de factibilidad para una entrevista personal posterior.
Por ello, se convienen citas, se conocen -ocasionalmente intiman- , no interesa…
Lo que rescatamos para el análisis y es lo que prevalece, refiere a la relación que surge como fruto de entregas sinceras y ávidas de contención, a través de este medio, cuando no, de afectos duraderos.

Entonces cabe la pregunta: ¿Lo virtual permite abordar a lo real, mejor que lo real a sí mismo?

Y, pareciera que Sí… Al menos mucha gente encuentra rápidamente este tipo de “psicología” personalizada, en línea (on line), y se crean situaciones a veces, trascendentales, de amistad incondicional. Es obvio que lo dicho no tiene aplicación absoluta, pero tampoco invalida la norma, sino que la confirma.
Existen numerosas relaciones, que habiendo nacido por este medio, perduran en el tiempo como una manera hermosa de conectarse…

Enfoco el tema, bajo un llamado de atención: ¡Cómo se invierten los patrones de manejo!

Nuestra cultura occidental, concibe para una relación personal, desde el abordaje paulatino de conocimientos recíprocos entre los involucrados, con el despertar a situaciones de mutuo interés, hasta “el amor a primera vista”, y entre ambos extremos, cualquier situación intermedia es válida, pero en el caso de Internet, los procesos se alteran.

Primero “te” digo todo, o casi todo, lo mío, incluido lo “prohibido”. La otra parte, por lo general hace lo propio, y una vez que nuestras interioridades están casi “desnudas”, programamos conocernos personalmente…
Esta situación, que puede parecer como andar un camino al revés, no es lo que está en tela de juicio, ya que sobre relaciones humanas, cultura y demás, desde que el ser humano tiene capacidad de discernir, sentir y disponer, todo es posible…

Sin embargo, mi intención es enfatizar, lo que abordamos en un comienzo; como para dejar una alternativa de debate abierto sobre lo que es “virtual y lo que es real” en este argumento de las comunicaciones con personas desconocidas, mediante la utilización de la Internet.

Vale decir, ¿en qué medida podemos concebir a lo virtual como algo opuesto a lo real? O, ¿cuánto se nutre lo real, de lo virtual, al punto que éste se confunde con aquél?, etc. etc.

Salvador Nassif
Córdoba, Argentina, Diciembre de 2004

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