Introducción:

Para comprender este tema, es necesario adentrarse en la historia de "Miramar" un pueblo del interior de la Provincia de Córdoba (Argentina)

Con este objetivo he visitado varias direcciones en internet*, tratando de efectuar una síntesis apretada de cuáles han sido sus vivencias más significativas, en los últimos tiempos.

Breve reseña sobre Mar Chiquita.

La Mar Chiquita, laguna ubicada a 197 Km de la Ciudad de Córdoba Capital (Argentina), encierra los enigmas más profundos, desde que la diosa Ansenuza la formó con sus lágrimas derramadas, por el amor de un joven sanavirón herido (los indios sanavirones ocupaban primitivamente aquel territorio). El espejo de agua abarca actualmente unos 8000 Km2.

Las aguas, que constituyen un verdadero mar, poseen propiedades terapéuticas así como el barro. Allí, se practica turismo ecológico; contándose unas 300 especies de aves diferentes.

En 1977, cuando MIRAMAR, ubicada a su vera, había logrado arribar a una importante infraestructura turística, el desborde de la Laguna, inundó y arrasó con el 90 % de la misma; 37 manzanas del radio turístico y mayor concentración económica, que posteriormente se hizo necesario dinamitar.

El flagelo, provocó un éxodo de habitantes que redujo la población de 4200 habitantes en 1976, a 2300 personas, según el censo de 1991.
No hubo sector de la vida del pueblo, que no haya sufrido profundas alteraciones

Los años sucesivos, hasta la actualidad, se caracterizaron por aportes de precipitaciones superiores a los medios históricos y en el año 2003, la cota histórica se vio superada, alcanzando un nivel de 71.90 m.s.n.m., provocando en la actualidad el constante ingreso de las aguas dentro de la urbe como consecuencia del viento y oleaje actuante sobre el espejo de agua.

En este entorno de tragedia, lucha y esperanza a merced de las aguas, sucedió otro, que enlaza esos lugares con la situación socio-política e histórica de la segunda guerra mundial y de la cual, queda el recóndito Gran Hotel Viena, con partes actualmente destruidas por las aguas y supuestos misteriosos vestigios del accionar nazi en nuestro país.

“La historia de Miramar está plagada de signos y leyendas …El hombre jugando a ser Dios. El hombre creyendo dominar la naturaleza y las fuerzas del planeta. Que iluso! La zona cordobesa del Mar de Ansenuza tiene dos cuestiones concretas; una localidad arrasada por las aguas y la muerte constante de pescadores que se aventuran al centro del mar y que perecen ahogados por causas concretas por lo menos para las autoridades.” (fuente: André Sandré en Atlantida Argentina, historias y misterios.mht)

En cuanto a Ansenuza, era una bellísima diosa india del agua, que habitaba en su palacio de cristal del Mar. Pero, era una deidad cruel y egoísta, pues la única ofrenda que la volvía propicia era el primer amor de los jóvenes.
Se cuenta que un día vio llegar a la costa del lago, que era entonces de agua dulce, a un príncipe indio malherido en la guerra. Tristemente le sonrió a la diosa, lamentando no poder sobrevivir para admirar su hermosura.
Ella quedó suspensa, como sacudida por un rayo cósmico; por vez primera el embeleso del amor conmovió su alma. Pero pronto sucumbió a la desesperación al comprender el destino de su amado.
El cristalino espejo del agua se convulsionó. Un trueno, como un largo lamento, estremeció el cielo y las nubes lloraron con su diosa. El mar se convirtió en un furioso caos durante un día y una noche.
Al amanecer, el joven se encontró en las playas, que ahora eran blancas mientras las aguas se habían vuelto turbias y saladas, con sus heridas cicatrizadas. Atónito, recordó a la hermosa mujer que le acariciaba cuando se le iban cerrando los ojos. Ahora se sentía sano y sus nervios tensos estaban sedientos de algo.
Comenzó a avanzar por el agua, alejándose cada vez más de la costa, como si un imperativo lo impulsara. Era como si unos brazos femeninos, con dulzura, penetrándole por la piel bronceada, le acariciaran el alma. Y siguó su marcha, hasta que un tenue rayo rosado del amanecer lo fue transformando en el grácil flamenco, guardián eterno del amor de la diosa del mar. Desde entonces las aguas del Mar de Ansenuza son curativas, amorosamente curativas.

A tu enamorado,
el flamenco de color rosa,
ahora escondes celosa,
de los ojos de los viajantes.
Asimismo, otras hermosas especies,
que ocultas entre tus bañados y matorrales.

De muchos de los pescadores te cobras la vida,
sin compasión, en rigurosa tarea.

Su fe procuras impiadosa,
las capillas, con tus lágrimas de sal,
anegando…: