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En este año que comienza, donde tantas situaciones de vida y de familia se observan teñidas de un absurdo individualismo egoísta, y en este escenario,
la figura paterna se ve, vapuleada y hasta desintegrada; dos padres: uno argentino y el otro colombiano, ambos actualmente de mediana edad,
nos traen cartas que escribieron a sus hijos, cuando eran niños y adolescentes y aquéllos eran aún jóvenes. Ahora, esos hijos también son hombres y
mujeres, que han recibido una formación intencional en valores morales y de vida constructiva…esto es AMOR, con mayúscula.
Porque ayuda a que los humanos, afrontemos nuestra existencia y devenir, con un bagaje fuerte y cierto; en cuanto a lo que construye
y a lo que no.

El argentino, Juan Carlos Iribarren, residente en la provincia de Buenos Aires, se desempeñaba entonces, como Gerente de un importante
laboratorio de especialidades medicinales, al advenimiento de la democracia. Sistema político que se instala en Argentina a partir
de 1984, después de muchos años de un gobierno de facto.
Entonces, fue como hombre patriota y como padre, que decidió dejar este legado a sus hijos y ahora a todos nosotros.


El colombiano, Héctor Cediel Guzmán, residente en Bogotá, amplía esta propuesta, dejando plasmada la impronta de una vida
intensamente vivida; donde se conjugan los valores espirituales y morales, junto a los instintos y a la “garra” por supervivencia.

 

fragmento inicial de la carta original

 


Queridos hijos:

A las l7 de este día tan importante, quiero reiterarlos algunos conceptos que les dije en la mañana, a mi regreso de Río IV.

Hoy se instaló en nuestro querido país, la democracia, independiente del gobernante; en este caso Raúl Alfonsín. Lo que tenemos que valorar
es este hecho que nos permite reencontrarnos con los principios de libertad, que como seres civilizados nunca debimos perder.

Hubo durante mucho tiempo entre los argentinos, dolor, muerte, miseria: seres humanos que fueron torturados de la manera más cruenta,
jóvenes que desaparecieron y fueron muertos de la manera más vil, incluso en una guerra con un desprecio total de la vida humana.
Se avasallaron todos los principios de justicia, al cual como mínimo cada uno de nosotros debemos aspirar: Niños que clamaban
por comida a padres que no podían darles un poco de pan. Como esto, tantas otras cosas que ustedes aún muy chicos les ha tocado vivir.
Sólo Dios sabe cuánto he sufrido durante los años pasados; porque veía la injusticia, la prepotencia, el dolor, la muerte, la miseria y poco
podía hacer. He sufrido porque están profundamente metidos en mi ser los principios de libertad y humanidad que sólo en la vida democrática
se pueden desarrollar.

En ustedes está el futuro de este hermoso país, para ello mi pensamiento estuvo y estará dispuesto para ayudarlos y guiarlos hacia un
destino de honestidad y grandeza; pero sólo ustedes serán quienes elaboren el destino individual y esto no se consigue esperando que la suerte
lo toque a uno con su varita mágica, sino se logra a través del esfuerzo, el trabajo, el tesón, las buenas costumbres, la honestidad y el deseo de
superación constante.
No superen a otros, más bien, supérense día a día individualmente, aplicando luego todo lo mejor en el desarrollo de
otras personas. Nunca bajen los brazos, aún frente a las situaciones más adversas y nunca empleen medios denigrantes en perjuicio de seres
humanos.
Nunca tomen un arma para matar, porque siempre el derecho de ustedes termina, donde empieza el de los demás. Y, cuando como en todo,
este tiempo que nos tocó vivir, en el cual los derechos están avasallados, luchen sin desmayo, con la idea y la palabra, que se pueda recuperar ese principio inalienable por el cual lucharon tantos hombres y mujeres de nuestra patria y del mundo entero.

Quiera Dios que tantas lágrimas y sangre derramada, no haya sido en vano. De todos nosotros depende y de ustedes jóvenes y niños míos,
depende mucho más, porque si bien podrán cosechar el fruto de la semilla, que los mayores hemos sembrado, vendrán nuevas etapas de
siembra y cosecha en el tiempo y allí será donde el que siembra bien, es decir, justicia, amor, libertad, paz, a corto o largo plazo, cosechará
todo lo que tiene la vida, que es precisamente vivir y hacer vivir, tomando como base la idea de que, la vida es servicio.

Traten siempre de que lo que toquen se convierta en algo bello, en vida; no en algo sucio y denigrante: eso es muerte.

Los estimulo a que mantengan la frente bien alta, con dignidad, con justicia, con humildad, con una sonrisa a flor de labios, aún cuando
tengan que apretar los dientes antes la adversidad.

Dios los guarde y los ayude para que: Ana Claudia, pueda ser una mujer en todo el sentido de la palabra, ya que el Señor te ha premiado
precisamente con eso, ser mujer. A Federico, que puedas mantener esa humildad y bondad que te proyectarán muy pronto para ser un
verdadero hombre de bien. Y a Lisandro, que pueda continuar avanzando en la vida, hasta llegar a ser también un hombre de verdad,
conservando esa dulzura y ese amor que irradias permanentemente a través de tu sonrisa. Los besa con todo amor, Papá.

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