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Tema del mes : Religión

Contribución de A.F.C.

La primera consideración a efectuar, es que se trata de un análisis que no siempre resulta de feliz iniciativa. Ocurre, que los hay quiénes están conformes con lo que tienen. ¿A qué ponerlos nuevamente en conflictos superados, que de nada les servirá? Mejor dejarlos en su camino. Como le sucedió a aquél feliz barbudo, al que alguien tuvo la malhadada ocurrencia de preguntarle si dormía con ella sobre o debajo de las sábanas, y averiguándolo, perdió el sueño y la barba.
O el que ya tiene un pequeño problema, y pasa a enfrentarse con otro más martirizante. ¿Y qué decir de los que, por las causas que sean, y con derecho a ello y no por eso ser de menor consideración, que tienen inseguridad intelectual, insatisfacción espiritual, debilidad de carácter, lo que sea, y acaban en un berenjenal de infelicidad?
Y ni nombrar a los fanatizados, violentos piromaniacos que arreglan todo con hogueras de ideas, libros, y hasta gente… Por eso, el tema religión y su discusión, tendría que cerrarse sobre una consideración y ponderación exclusiva para los que la abordan, con prescindencia de sensibilidades que les afecten y sean, y tomado, únicamente como especulaciones intelectuales. Suficiente introito como para alejar a los moscardones zumbadores…
Para abordarlo sin contradicciones, habría que abusar de la dialéctica. Y eso, debido a que cuando se pretende establecer una línea de búsqueda, de cualquier tema, no queda más camino que la razón y, precisamente, en esa materia, religión, es donde menos posibilidad existe de utilizarla. Lo religioso tiene un solo basamento de encuentro, la creencia que se transforma en fe, que debe provocar fuerza de vida y sosiego de pensamientos.
A partir de ese cruce bienaventurado, no interesa que después los hombres le acometieron con su “desventurada angurria” para convertirla en fanatismos, fruto de la obsesión, ceguera, intolerancia, superstición y delirio, causas de tanto dolor de los humanos y, además, para quiénes manejan las iglesias que las cultivan, en prósperos negocios. Esto último me recuerda, el cuento sobre un señor que se auto-declaraba como ateo y en cambio, amante del dinero, que visitaba con sus hijos el Vaticano y después de ver todo aquella riqueza, con la que, entendió, pretenderían enaltecer la creencia que profesan, les comunicó que, evidentemente ellos se harían católicos, recordando que esa iglesia apenas si comenzó con un pobre pesebre…
Pero bueno, retornemos a la idea religiones como elementos concretos de estudio y comprensión. Tampoco, entonces, se podría centrar tal especie de disección investigativa, dirigida únicamente a una de ellas, tomada como buena por que es la que “sustento como propia” por el motivo que fuere. Aceptándola, por que es la que viene junto a mi cultura y vecindad. Y entonces la investigación se vuelve casi yerma del sentido del encuentro con la idea central de la búsqueda y pasa a ser un análisis comparativo de las distintas confesiones religiosas humanas.
Y comencemos, primero, en la búsqueda que encuentre la figura eje de las religiones que practican los humanos. Lógicamente habrá que preguntarse, por su proyección en la idea que de él tiene la gente que anuncia su existencia y lo basan en sus credibilidades para darles existencia real. Es decir, su convencimiento lo materializa sin más certeza que las de sus propias convicciones. Y se ingresa en una coyuntura insoslayable. Por que para formar un criterio de cohesión entre unos y otros, el medio está precisamente, en las enunciaciones que pretenden las supremacías sobre las demás, que vimos, no solamente no aúnan, sino que las enfrenta contraviniendo aún sus propias enunciaciones de comportamiento.
Y las hay como para confundir aún a los memoriosos y pudieran recordar siquiera sus nombres. Muestra de esto es que, de tanto buscar, apenas si encontré entre tantas, y siguiendo el abecedario, a la Asatru, Bahai, Brahamismo, Budismo, Cao Dai, Cristianismo, Confucionismo, Deismo, Druidismo, Hinduismo, Jainismo, Judaísmo, Massai, Musulmanismo, Nuer, Oromo, Panteísmo, Sablean Mandeans, Shintoismo, Shona, Sikismo, Sufismo, Taoismo, Vudú, Yezidismo, Yoruba, Zoroastrismo… Y luego, las que aún tomándolas como principio eclesial, se desparramaron en distintas formas de celebrar sus cultos, terminando en innumerables iglesias y más allá, en sectas, pero que finalmente albergan como fin, prevalecer como conjunto social, no como camino religioso…
Y aquí ocurre la otra gran división. Evidentemente que, puestos tantos pareceres en pugna, en posición de testimoniar la presencia de su dios particular, resultaría inaceptable pretender que, en semejante divergencia, aún estén acertados en sus convicciones. Lo que lo repartiría a gusto y placer, o como pretenden muchos, tomándolo como primigenio de otra y con preeminencias nuevas de acuerdo a cuántos fieles tengan, pero mostrándolo diferente de acuerdo a las distintas iglesias. Sujetos diferentes para el mismo predicamento religioso, lo que estaría presuponiendo la diversidad excluyente para cada cual y que los convierte en muchos a cuestionarse. En realidad, se los podría sintetizar en uno. Baste ubicarlo como creación de los hombres para los hombres. Lo que dilucidaría la existencia de semejantes laberintos para explicarlos, cuyas contradicciones los lanza a la puja de preeminencias.
En fin, de la búsqueda humana, se podrían escribir gruesos volúmenes sobre el origen de las religiones, porque las teorías que pretenden instruirnos sobre este tema son múltiples. Aunque nos podemos contentar con unas pocas líneas, puesto que científicamente, no sabemos, apenas por darle una cierta medida, nada. Lo que siguiendo la línea socrática, daría como resultado que es lo único que sabemos, dándole a “nada”, significado de resto material, lo visible del culto humano.
Sería también inconducente exponer, para acercar puntos de comparación, todos los numerosos sistemas religiosos - mezclas inextricables de observaciones, hipótesis, explicaciones y juicios de valor - que han sido propuestos desde hace siglos, pero aproximadamente se podría hablar de: naturismo, manismo, animismo y preanimismo, totemismo, magismo y premagismo, neonaturismo, sociologismo, etc. Sistemas que, por el contrario, se subdividen en mil combinaciones que se entrecruzan y de los cuales, y proponiendo tales evoluciones como juicios de valores de sus certezas, los más importantes conocen uno tras otro el éxito, la decadencia y el renacimiento bajo nuevas formas rejuvenecidas, terminando finalmente en que no llegan a establecer un cuadro comparativo que permita establecerlo como única verdad, y por el contrario, constituyen un verdadero subibaja que a quiénes asisten como testigos de sus enunciaciones especulativas, acaban por descreerlos a todos.
Sin duda alguna, será más útil, después de haber denunciado algunas ilusiones comunes a la mayor parte de estos sistemas, indicar rápidamente que las principales conclusiones con las que se puede especular de todas, es que son mayoritariamente negativas.
Todo lo que nos lleva a comprender que una forma de investigación para quiénes tienen la preparación para hacerlo con imaginación inteligente, sería la de formularse preguntas a las que se las contestará de acuerdo a su apertura de mente y mejor creencia. Y con la total seguridad que no ofende a nadie por indagar, escudriñar, por que en ello hay respeto total hacia los demás que pudieren opinar diferente y, aún, a los que piensan que se lo haría, (las infortunadas acusaciones de blasfemias con que se persiguió el libre albedrío que es parte del pensamiento), a quién tienen por centro a su creencia como si fuesen ofendibles, a pesar de haberles dado supremacía y por lo tanto inalcanzables a ellas. ¿O quizás lo fueran por que son de su propio tamaño…?
Las respuestas tampoco están reveladas, contadas ni explicadas por otro que no sea quién razona sus propios cuestionamientos. No se puede tomar como cierto, por que lo dijo el maestro, según afirmaban los antiguos filósofos… Ni por que están escritas y a sus compilaciones les dan carácter de sagrado, siendo que si están traídas al cuento por humanos para humanos, como sumatoria de tales, tienen sus mismas falencias y errores, y serán siempre perfeccionables, aún siguiendo las mismas, igual suerte que todo lo humano. Es decir que, las incógnitas, se deben develar por cada quién y en su recóndito meandro intelectual-espiritual. Menudo consejo para una mayoría casi siempre apática e indolente, que terminó por establecer aquello de “mejor cómprelo hecho”. Y que también así se desquicien por los buenos vendedores…
Entonces los interrogantes serían: ¿es que todas las religiones humanas están acertadas, o están todas erradas? ¿Todas menos una, o algunas sí por semejanza? ¿Se equivocan por millones sus acólitos? Si aceptamos que nadie es perfecto, y seguramente es así, ¿es posible que imperfectos trasladen testimonio de la existencia de un ser superior, con la circunstancia de que uno está acertado y el resto equivocados? Y en esta dirección, y extrayéndolo de la realidad, ¿casualmente mediante la religión que anuncian, están los que se pretenden cabezas indiscutibles de las mismas, dándose carácter de inapelables, y convirtiendo singularmente a sus acólitos en lo significado como súbditos en el mejor sentido del término, obedientes mandados, y quiénes les descrean los declaran impíos con pronóstico de condenación?
Y siguiendo el hilo de ese costado, habrá que desechar entonces, cualquier noticia que aporte a la búsqueda, proveniente de la enunciación religiosa de todos cuántos conceptualmente ensarten la idea de un dios con la organización y enunciados eclesiásticos. Grave circunstancia. ¿Encontrar tal vez mejor, la idea de un principio de amor superior que envuelva lo material para dar sostén al pensamiento de proyección inmaterial que supere lo físico? ¿De dónde vengo y a dónde voy, qué soy individualmente, que me convierte en receptáculo de un espíritu primoroso que convierte mi paso por la vida material en amor? He ahí, entonces, la gran controversia y el camino. ¿Qué buscaremos? ¿Aquél que es solo amor, sin exigencias, ni amonestaciones? ¿O quizás, aquellos de los hombres que se manejan tal como lo pretenden sus seguidores?
Llegados aquí, la contraposición, ajeno al enfrentamiento de las confesiones humanas, nos aparece como una idea de excelencia real y sin igual. La existencia de un dios diferente, absolutamente resumen de elevación espiritual, del que nos falta, por confusión de términos, el exacto para nombrarlo, proponiendo como cercano, al tomado filosóficamente como espíritu de amor, que no necesita templo, ni altar, ni culto, ni alabanzas, ni reglas ni imposiciones, ni premios ni castigos.
En fin…

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