Por amor a la vida...
por Mirian Gladis Páez. Unquillo, Córdoba Argentina. |
José
Ese día
llegué un poco apurada a mi trabajo, porque se hacía tarde
para Los médicos se comunicaron con su mamá
para darle la triste noticia. Entretanto yo, que debía llevar un
material a ser esterilizado, me detuve un instante en aquel rostro tan
pequeño, pero que me decía tanto..... Sus ojitos estaban completamente abiertos,
yo no sé si acaso podía verme, pero ¡Por favor ayúdame! Soy muy pequeñito, y tengo mucho miedo de partir; además no está cerca mi mamita que me llevó en su vientre este último tiempo...... |
Aún necesito su calor y protección, y no puedo escuchar
su dulce voz acunándome. Aquí, en esta caja de cristal me siento
muy solito....
Mi pequeño ser se va apagando muy despacito y solo cuento contigo para
ayudarme en el viaje que he de comenzar.
Acércate, quédate junto a mí.
Postergué las tareas a cumplir para quedarme
tiempo más cerca de él.
Nadie supo decirme con certeza si estaba bautizado,
por ello decidí hacerlo yo, con la intención de acompañarlo
en ese difícil paso.
Apoyé mis manos en su cabecita y en su pecho, y luego de administrarle
el Agua de Socorro permanecí mirándolo fijamente a sus ojitos,
tan dulces,
tan pequeñitos, y sentí cómo
un pequeño haz de luz y amor intenso nos envolvió por un momento,
aislándonos de los demás.
Le dije muy suavemente y con inmensa ternura: no
temas, corazoncito, ya estás bautizado, descansa, ya puedes irte en paz.
Una gran sensación de paz se pudo ver en su carita. Muy lentamente sus
ojitos se fueron cerrando como encontrando el camino de la
Gran Luz.
Al poco rato dejó de existir.
Su rostro mostraba asombrosamente tal serenidad,
que parecía solo estar dormido, descansando plácidamente.
Mas tarde llegó su madre, y al enterarse de lo sucedido lloró
muy amargamente la partida de su pequeño tan esperado, pero que no había
podido aferrarse a la vida......
Levanté al pequeño que yacía en esa incubadora y lo deposité
en brazos de aquella mujer tan dolorida.....
Entonces observé: mira, mamá, su rostro tan lleno de paz que pareciese
dormir en tu regazo.........
Tan solo eso fue lo único que pude decirle, pues me faltaban palabras
de consuelo frente a un dolor tan grande.
Nunca olvidaré aquel día en que José
partió hacia el Creador.
Lo acompañé en sus últimos minutos de vida en este mundo,
pero él me dejó un recuerdo tan vivaz e imborrable de esa paz
tan grande
reflejada en su diminuto rostro que siempre guardaré en mi corazón.
Mirian Gladis Paez, es oriunda de la Pronvincia
de Córdoba, Argentina y nacida el 5 de febrero de 1967. Enfermera
recibida en La Escuela de Cruz Roja argentina, actualmente se desempeña
en el Hospital Materno Provincial, en el Servicio de Neonatología
y vive en la ciudad de Unquillo, de la misma provincia. Sus principales aficiones son la música y la lectura, así como juegos de destreza intelectual y física. E-mail:miriangpaez@hotmail.com |