¿Sobre qué ideas estamos "parados"?
El sentido de la vida del hombre
La emoción más hermosa y más profunda que podemos experimentar
es la sensación de lo místico.
Es el legado de toda ciencia verdadera.
Aquel al que su emoción le es escondida, que ya no se pregunta ni está
en estática reverencia, vale tanto
como si estuviera muerto.
Tener el conocimiento y el sentimiento de que lo que es impenetrable para
nosotros, realmente existe, que se manifiesta en la suprema sabiduría
y en la más radiante belleza y que nuestras torpes facultades sólo
pueden comprender en sus formas más primitivas, está en el centro
de toda verdadera religiosidad.
La vida de un hombre sin religión no tiene sentido; y no sólo
lo convierte en un desdichado, sino en un
ser incapaz de vivir.
El admitir que existe Algo en lo cual no podemos penetrar; el pensar que las
razones más profundas,
que la belleza más radiante que nuestra mente pueda alcanzar, son sólo
sus formas más elementales de expresión...
Ese reconocimiento, esa emoción, constituye la actitud verdaderamente
religiosa.
En ese sentido yo soy profundamente religioso.
La luz es la sombra de Dios.
Albert Einstein
. . . . . .
Encontrar más que dar un sentido a su vida, a través de su conciencia, es una tarea; un objetivo.
En el mes de septiembre de 1997, fallecía el prestigioso psicoanalista
Viktor E. Frankl. Catedrático
de neurología y psiquiatría en la universidad de Viena, profesor
de logoterapia en la Universidad
Internacional de San Diego (California), ocupó diversas cátedras
en las universidades de Harvard,
Stanford, Dallas y Pittsburgh, y autor de 27 obras, traducidas a 23 idiomas,
entre las que se encuentran
"El hombre en busca de sentido", "La presencia ignorada de
Dios" o "La psicoterapia al alcance de todos".
Fue el fundador de la logoterapia o, como diversos autores la denominan, la
"tercera escuela vienesa de psicoterapia", después de las
de Freud -el psicoanálisis- y de Adler -la psicología individual-.
Si su memoria viene ahora a estas líneas
es porque considero de enorme interés su obra,
tremendamente divulgativa y de una pedagogía difícil de encontrar
en otros autores.
Pienso que se puede resumir su pensamiento,
contando con el peligro que entraña todo reduccionismo,
en una frase recogida de Nietzsche, que aparece de manera insistente en sus
escritos: quien tiene un
porque para vivir, soporta casi cualquier cómo. Su experiencia en el
campo de concentración nazi de
Auschwitz, descrita en poco más de cien páginas de su libro
"El hombre en busca de sentido", así
como las reacciones psicológicas de sus compañeros y su capacidad
de supervivencia, nos muestran el
sentido de esas palabras: sólo aquellos que tenían algo que
querer profundamente, una familia, un Dios,
una esposa..., o que llevar a cabo insustituiblemente, eran los que sobrevivían,
pues a todo hombre
le llegaba un momento, difícil de superar, de agotamiento, desesperanza,
abandono y, si no contaba con
algo distinto de sí mismo pero en sí mismo -su trascendencia-,
sucumbía ante la tentación del suicidio,
lanzarse contra las alambradas o, simplemente, tirar la toalla, dejar de luchar
por su vida que, en ese tiempo, suponía que carecía de sentido.
Esto es lo que en resumidas cuentas nos
quería transmitir el profesor Frankl, que frente al psicoanálisis
de Freud, en el que impera un deseo de placer -Sigmund Freud veía en
el hombre un ser natural,
sin tener en cuenta su carácter espiritual, dirá Frankl- o frente
a la psicología individual de Adler,
en la que el deseo de poder, el afán de valimiento, centra toda su
teoría, el fundador de la logoterapia
interpreta al hombre como un ser que en último término y propiamente
está buscando un sentido, pares
el hombre está siempre orientado hacia algo que él mismo no
es, bien un sentido que realiza, bien otro
ser humano con el que se encuentra; el hecho mismo de ser hombre va más
allá de uno mismo, y esta
trascendencia constituye la esencia de la existencia humana. Estas palabras
suyas forman parte de una
conferencia pronunciada en el XIV Congreso Internacional de Filosofía,
en Viena ( 1968) y nos
devuelven al hombre como ser trascendente, espiritual, en el que el encuentro
-amor- y realización -
desarrollo de la propia misión- suponen la satisfacción de un
deseo de sentido existencial. De ahí
toma su sentido la frase de Karl Jaspers de que el hombre se hace hombre al
darse a los demás.
Para Frankl, la crisis moderna deriva precisamente
de un vacío existencial, que se manifiesta a
través del conformismo, el hombre sólo busca o quiere lo que
los demás hacen, o del totalitarismo, hace
sólo lo que los demás quieren, provocando una actitud provisional
de la existencia.
Pero no sólo en situaciones extraordinarias
el hombre ha de trascender de sí mismo, pues de otra
manera en esas situación es tampoco sería capaz, sino en el
día a día, el hombre ha de tener la clara
conciencia de su misión personal. Encontrar, más que dar, un
sentido a su vida a través de su conciencia,
en una tarea, un objetivo. La necesidad de saber que se existe para algo -o
para alguien- provoca la
consiguiente actividad. Ese deseo de sentido repleto, cubierto, nos fortalece,
suponiendo incluso un
freno a nuestra desaparición existencial. Está demostrado que
las personas que se jubilan y que no
tienen una actividad sustitutiva de igual valor psíquico que su profesión,
suelen enfermar tarde o temprano,
incluso los animales tienen parecidos mecanismos psíquicos, pues aquellos
que trabajan en los circos,
teniendo, por tanto, una tarea que realizar, viven más que los animales
que permanecen inactivos.
La madurez humana vendrá de la mano
de seguir nuestra conciencia que nos indica que organicemos
nuestro futuro, que intervengamos siempre que sea posible; pero también
nos exige que estemos dispuestas
a cargar con nuestro destino cuando sea necesaria, y que demos al sufrimiento
una orientación verdadera.
Pienso que Viktor E. Frankl, como otros tantos hombres, encontró y
siguió el sentido de su vida,
dejándonos un horizonte abierto para poder recorrer nuestro camino.
Nuestra tarea inmediata
será apropiarnos de su madurez.
Jesús Gallego *
Tomado de ARBIL, anotaciones
de pensamiento y critica
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Si hubiera por fin, que resumir la visión de Viktor Frankl
sobre la persona humana, en diez ideas centrales, diríamos que estas
son:
1. La persona no se puede subdividir, ni escindir
porque es una unidad.
2. La persona no es sólo un in-dividuum, sino también un in-summabile.
Esto quiere decir que no
solamente no se puede partir sino que tampoco se puede agregar. El hombre
no es sólo una unidad,
sino que es también una totalidad.
3. Cada persona es absolutamente un ser nuevo.
4. La persona es espiritual. La persona es un fin en sí mismo y no
un medio; por eso, no le compete el
tener un valor utilitario, sino el tener dignidad.
5. La persona no es fáctica ni pertenece a la facticidad, sino un ser
facultativo que existe de acuerdo a
su propia posibilidad para lo cual o contra la cual puede decidirse. Ser hombre
es ante todo ser
profunda y finalmente responsable. En la responsabilidad se incluye el para
qué de la libertad humana -
aquello para lo que el hombre es libre, a favor de qué o contra qué
se decide. La persona no está
determinada por sus instintos sino orientada hacia el sentido.
6. La persona es yoica, o sea no se halla bajo la dictadura del "ello",
como sostenía Freud al afirmar
que el "yo" no era dueño de su propia casa. Tan clara es
la libertad del yo que a la fe en Dios y a Dios
mismo no se me arrastra sino que yo debo decidirme por Él o contra
Él; la religiosidad es del "yo" o no
existe en absoluto.
7. La persona no es sólo unidad y totalidad en sí misma, sino
que representa un punto de interacción,
un cruce de tres niveles de existencia: lo físico, lo psíquico
y lo espiritual.
8. La persona es dinámica y tiene capacidad de distanciarse y apartarse
de lo psicofísico. Existir
significa salirse de sí mismo y enfrentarse consigo mismo. Y eso lo
hace la persona espiritual en
cuanto que se enfrenta como persona espiritual a sí misma como organismo
psicofísico.
9. El animal no es persona, puesto que no es capaz de trascenderse y de enfrentarse
a sí mismo.
Del mismo modo que el animal desde su entorno no puede entender el mundo humano,
el hombre
tampoco puede aprehender el mundo superior, excepto por un intento de alcanzarlo,
de presentirlo
por la fe.
10. La persona no se comprende a sí misma sino desde el punto de vista
de la trascendencia.
Más que eso: el hombre es tal, sólo en la medida en que se comprende
desde la trascendencia.
Tomado de RECUERDOS
Y APORTACIONES DE VIKTOR FRANKL
AQUILINO POLAINO-LORENTE En HUMANITAS Nro.12
Libros recomendados
Autor: Viktor E. Frankl
• La voluntad de sentido. Herder.
Barcelona, 1991
• Lo que no está escrito en mis libros. Memorias. San Pablo,
Buenos Aires
• La presencia ignorada de Dios. Herder, Barcelona, 1995
• La psicoterapia al alcance de todos. Herder, Barcelona, 1990
• Ante el vacío existencial. Herder
• El hombre doliente. Herder.
• Logoterapia y análisis existencial. Herder
• Teoría y terapia de las neurosis. Herder.
• La idea psicológica del hombre. Rialp, Madrid 1976
• Fundamentos antropológicos de psicoterapia, Río de Janeiro
1978
• La psicoterapia en la práctica médica, Buenos Aires
1966