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Carta a una Hija


----------------------------------------------------------------------------------------------(Dedicado a Elizabeth Servan Olivares)

 

¡Hola muñequita linda!.

Quería pedirte por favor que, cuando enferme, tengas paciencia conmigo.

Comprende que a mi edad, las cosas suelen complicarse.

Que ni mi salud ni mis fuerzas son las mismas de antes. Por eso te ruego que tengas mucha paciencia.

Por favor, no desesperes ni sufras.

Recuerda siempre que, aunque a veces ya no te lo pueda decir, para mí sigues siendo la misma pequeñita,
de cabellos alborotados, ojos hermosos y risa cantarina...

Sí; te sigo viendo como la misma niña hermosa que después de retozar con su hermano, venía corriendo a posarse
en mis rodillas, para llenarme de besos y caricias con sus manitas blancas y gorditas.

¿Acaso crees que he olvidado aquellos momentos cuando eras nena
y yo te daba de comer en la boquita y
te enseñaba a caminar, como tú ahora lo haces conmigo?

Bien sabes que no, amada hija.

El día que me visitaste en mi lecho de enfermo, sentí otra vez tu inolvidable calidez, cuando posaste tus labios
en mi frente y luego cuando tus manos acariciaron mi rostro, percibí é
se, tu aroma de cuando niña...

Pero,... dime...:

¿Por qué lloraste?


Sé que a veces me pierdo en mí mismo, que estoy como ausente y que doy la impresión que mi memoria ya no funciona...que se han borrado de la mente todos esos bellos momentos....

Déjame decirte que los recuerdos de mi familia y sobre todo los tuyos están a buen recaudo.

Sabía que con el paso de los años mi memoria se deterioraría y el olvido cubriría mi mente.
Así es, que tomé la precaución de guardar esos hermosos recuerdos en un lugar donde el olvido nunca llega:

Mi corazón.

Nada podrá separarme de ellos.

De modo que no te preocupes muñeca, no es que haya perdido la memoria solo que ahora me toma
más tiempo el recordar...nada más que eso.

Quiero que me prometas que, en adelante, pase lo que pase, no llorarás.

Que sólo pensarás en los momentos felices que pasamos juntos...eso, nos mantendrá unidos por siempre.

Aún, mas allá de la vida.


Ahora nos tenemos que retirar.


Tú a tu casa y yo, a mi nuevo hogar.


A partir de hoy, ingresaré a la Casa del Señor y eso me llena de paz.


Y también a partir de hoy estaré mas cerca de ti, querida Eli.

Estaré en la brisa que acaricia tu rostro, en cada gota de lluvia que moja la tersura de tu blanca piel;
estaré también, en la sonrisa de un niño y en el llanto de una madre...

Sin que lo notes, gozaré de tu sonrisa y me alegrará saberte feliz; y si acaso lloras, sufriré tanto, que nada podrá consolarme...

Tu Pá.

Lima 24 de enero de 2006

Octavio Huachani Sánchez (Perú)
Periodista

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La fotografía "Cielo",es gentileza de Javier Matías Jiménez.