HISTORIA DE CORAZONES
Había una vez un corazón cuyo dueño lo había olvidado.
Y por el simple hecho de defenderse, se fue endureciendo hasta convertirse en
piedra.
Pero como no era su esencia, llegó un momento en que se rompió
en pedazos.
Su dueño, aún así, no se dio cuenta.
Pero llegaron manos para ayudarlo.
Tenían colores, y cada una de ellas le enseñó algo.
Las violetas, transmutaron su dolor; las blancas lo protegieron, las verdes
lo curaron, y por las rosadas,
aprendió a amar.
Y entonces le crecieron alas. Literalmente, había nacido de nuevo.
Emprendió su vuelo sumamente feliz; quiso que a otros le pasara lo mismo,
y se dedicó a despertar corazones.
Muchos no querían ser molestados y se quedaron quietos, porque aún
no les había llegado su tiempo.
Pero otros le creyeron y quisieron imitarlo.
Y en cada lugar donde despegaban nacía una flor, dentro de la cual parecía
que alguien sonreía.
Todos brillaban con luz propia y producían una sensación de clara
noche de verano.
Cada día nacían y volaban más luciérnagas.
De vez en cuando él podía descansar un poco, y se elevaba para
observar algo que ya tenía vida propia.
Ya no lo necesitaban, crecían solos.
En uno de esos días, pareció desprenderse del sol una luz muy
brillante, que se ubicó cerca de su ala.
Cuando pudo acostumbrar sus ojos, descubrió a otra corazón con
alas que lo miraba y sonreía.
Sin darle tiempo a nada, lo tocó; y una a una, cada una de sus plumas
se fue transformando, hasta convertirse
en otro ser de luz.
A partir de ello, siempre estuvieron juntos multiplicando el trabajo.
La última vez que los vieron, subían volando en círculos,
dejando detrás un arco iris,
y soñando con construir su nido.
Carlos Daniel Laurans
carlosdlaurans@yahoo.com.ar
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