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El Amor de mi Vida

 

Allí estabamos los cuatro. Mis tres hijos y yo.
Brunella, la mayor; Francesco y Ugo, el menor. Pese al calor reinante, llevábamos cerca de tres horas
encerrados en mi pequeño departamento.
Yo, explicándoles acerca de mis planes, mis sentimientos, mi futuro y sobre mis derechos a tenerlos y defenderlos. Tratando por todos los medios que me comprendan.
Ellos, intentando que todos mis esfuerzos resultaran infructuosos.

Todo empezó hace dos años. Actualmente tengo 64 y soy viudo desde hace más de dos décadas.
Y claro, he tenido algunos encuentros amorosos; pero nada serios... Y, cuando mis hijos se enteraban de éstos,
sólo atinaban a mover sus cabezas y sonreír como si yo estuviera cometiendo alguna travesura.
Para bien o para mal, salvo mi esposa, nadie dejó huella en mis sentimientos.
Y pocas, muy pocas, marcaron su nombre en mis recuerdos.
Y de veras, no creo ser nada especial ni exigente.
Soy un periodista jubilado y percibo una pensión tan exigua que a duras penas me alcanza para pagar los
servicios más elementales y sobrevivir los primeros diez días de cada mes.
Mis tres hijos que viven de manera independiente cada uno, al saber de mis dificultades me manifestaron sus
ganas de ayudarme con mis gastos; cosa que agradecí, pero rechacé. Amablemente, claro.
No deseaba someterme a las conocidas reglas familiares del “te doy esto, pero haces lo que yo deseo”

Y además, porque desde siempre tuve claro que era yo quien debía resolver mis problemas.

Toda mi vida he sido un hombre de metas y en ese momento deseaba dejar descansar a mi vieja y fiel
máquina de escribir Olivetti e ingresar a la modernidad.

Por eso, empecé mi plan de ahorro dejando de comprar libros y no acudiendo a reuniones sociales.
Quería evitar gastos y no evidenciar mis limitaciones económicas ante mis amigos. Pero sobre todo, quería comprarme una computadora. Para ello hice todo tipo de trabajos. Fui corrector de textos en una pequeña
editorial, colaborador de publicaciones periódicas no diarias y autor (y vendedor) de pequeños
diccionarios escolares.
Al cabo de un año me compré una Pentium IV y hasta me puse internet.
Desde entonces comencé a navegar por el mundo y a conocer a muchos amigos y amigas.
Justamente una de ellas me animó a escribir cuentos, cosa que me pareció una herejía.
No me creía capaz de hacerlo. Sin embargo poco a poco empecé a escribir relatos sobre lo que sucede en el
mundo de las personas mayores con un suceso inesperado. Inesperado para mí, por supuesto.

Pero el suceso más inesperado aún estaba por ocurrir.


CUANDO BRUNELLA se puso de pie, me devolvió a la realidad.
Ella se acercó a mí y me abrazó fuertemente. Tenía los ojos vidriosos. Luego mirándome fijamente a los ojos;
empezó a decirme: Padre sabes de sobra que te queremos y nos preocupamos por ti, pero esto que deseas hacer
nos parece realmente una locura. ¿Tienes 64 años, no te das cuenta? ¡Además ella vive en el extranjero y sólo la conoces por internet! ¿Y quien se animará a mudarse de país y vivir en un lugar extraño, tú o ella?
Ahora déjame hacerte una pregunta muy importante para nosotros:
¿Qué pasó con el amor que sentías por mamá? ¿No nos decías acaso, que ella era el amor de tu vida?

MIRÉ A MIS HIJOS y estampándole un beso en la frente, le pedí a Brunella que se calmara y me dejara
explicarles. Con tono pausado les fui diciendo que la vida está hecha de momentos y cada momento cuenta
y que hay vivirla con intensidad. Pero que hay veces que poco queda del ayer, apenas los recuerdos de
momentos que por más que los desees, no vuelven nunca más. Y, poniendo énfasis en cada una de mis palabras
les dije que afirmaba y reafirmaba que su madre fue el amor de mi vida. Y que no lo dudaran ni un instante.
Pero, que fue mi gran amor, en esa etapa de mi vida.
Y que ahora, en este momento de mi vida, sentía que había vuelto a enamorarme y me sentía feliz, muy feliz.

Y que eso debería hacerlos felices a ellos.

Acepté que era cierto: la había conocido por Internet. Y que, incluso, no nos conocíamos físicamente.

Pero les argumenté que nos conocíamos el alma y que eso era más que suficiente para nosotros.
Si, los dos nos amamos, aseguré absolutamente confiado.
¿Por qué ustedes, mis hijos, no son capaces de creerme? Les pregunté.
Además no hay promesas vanas de por medio, sólo el deseo de compartir juntos el último tramo de nuestras vidas.

“Estoy seguro que ambos nos hemos ganado el derecho a ser felices.
En cuanto a quién se mudará de país... Creo que ese es un tema que podremos tratar dentro de unos momentos.
Sólo les ruego que, por favor esperen unos instantes”, dije.

Al cabo de quince minutos, sonó el timbre de mi departamento y ansioso abrí la puerta...

Era Graciela, el Amor de mi vida...

Crónicas Urbanas.---------------------


Octavio Huachani Sánchez
Periodista y escritor peruano
Lima, Perú

 

OCTAVIO HUACHANI SANCHEZ, periodista y escritor peruano. Es quizás uno de los pocos autores en el
mundo que, a través de sus Crónicas Urbanas, aborda una serie de sucesos que ocurren exclusivamente en el
ámbito de los adultos mayores. Sus obras, aunque han sido escritas para la lectura de las personas que se acercan
o han pasado el rubicón de las seis décadas, también han logrado impactar a jóvenes y adultos maduros quienes luego de leer algunas de ellas, han empezado a mirar desde otra perspectiva a sus mayores.
Actualmente se encuentra escribiendo “Negreiros: El Valor de Un Hombre”, novela de corte político/histórico
que narra las vicisitudes de Luis Negreiros Vega, un líder sindical que murió defendiendo sus ideales y de quienes
se encuentran detrás de su historia: su esposa Juana Criado y sus tres hijos, Luis, Magdalena y Manuel. Negreiros fue emboscado y acribillado un 23 de marzo de 1950, durante el gobierno de Manuel Odría. El 21 de junio de 2008, se cumple un centenario de su nacimiento, fecha prevista para la publicación del libro.
Para contactarse con él, pueden hacerlo a través de nuestro Libro de Visitas, o escribiendo a: huachanioctavio@yahoo.es
Teléfono 9502 7446 – Lima, Perú

Nota: La musicalización de este espacio: "El amor de mi vida" Camilo Sesto, es de http://www.zonanokia.com

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