Volver

 

 

 


Premio Sagitariana 08
Pique sobre la imagen para acceder a su web

 

 

 

 

Carta al Cielo

 

 


-Hola Má...

¿Sabes? Mientras te recordaba, me acordaba de aquella oportunidad cuando, al partir de casa, me dijiste que
odiabas las despedidas
porque todas las despedidas eran tristes.

Y tenías razón Má, porque luego que depositaste un beso en mi frente, nos abrazamos y lloramos
juntos, muy juntos.

Eso sucedió hace muchos años.

Sin embargo ahora al tener la noticia en un último momento de tu fallecimiento y, peor aún, no haber podido estar a tu lado, tengo que decirte que no existe nada más triste que el no despedirse y, peor aún, llorar solo, muy solo.

¿Pero sabes Má?


En tanto buscaba la manera de pedirte perdón, quizás por no calmar tu aflicción y secar tus lágrimas cuando llorabas mi ausencia
o tal vez por no haberte demostrado abiertamente -con besos y abrazos mil- todo mi cariño, todo mi amor, todo mi agradecimiento,
también recordé cuando me decías que el mejor homenaje que tus hijos podrían brindarte era recordar los buenos momentos
que vivimos juntos.


¿Y sabes Má?

Otra vez tenías razón... Porque en estos momentos viene a mi mente uno de aquellos momentos y ya empiezo a sonreír.

Recuerdo cuando de niños nos llevaste a conocer los pagos de nuestros abuelos.

Y en aquel maravilloso valle, sembrado de pintorescas viviendas blancas en medio de inmensos prados esmeraldinos;
todas las tardes, luego de merendar, tomabas nuestras manos y nos llevabas al bosque, donde nos invitabas a jugar a las escondidas.
Y tú hiciste de ese juego, algo maravilloso, algo mágico.
Sucedió hace muchos años, lo sé, pero lo recuerdo como si fuera hoy y, debo confesarlo, todavía me maravillo.

Dime Má ¿Cómo lo hacías? ¿Cómo lo haces? Dime cómo entre sonrisas y miradas pícaras escondías tu menudo cuerpo
entre los árboles y desaparecías.

Sí, desaparecías. Porque era inútil buscarte, nunca te encontrábamos.
Recuerdo que a veces pasaban horas de horas para que finalmente nos sorprendieras apareciendo tras el árbol menos esperado.

Pero ahora Má, empezaste el juego sin nosotros y te escondiste en la alborada de una mañana de Setiembre pero,
nos enteramos que, en esta ocasión en vez de ocultarte sonriendo, tu carita lucía triste, muy triste.

Por favor Mamá Corina no demores tanto en aparecer: tus hijos Octavio, Luis, Juan, Francisco y Roberto,
con la misma confusión y esperanza de los niños de entonces, te estamos esperando y todos estamos tristes, muy tristes...

 

José Octavio Huachani Sánchez
Periodista / Escritor peruano
Teléfono Móvil 992 965 352

 

. . .

Volver