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GORJEOS PRIMAVERALES

 

 

Autor: Josefina Algar Aranda

 

 

 

HALLOWEEN DEL POETA

 

 

En mi sepultura: ¡Colocadme mis poesías!
Así grita el alma del poeta,
cuando la muerte se le acerca.

Observa y ve que llega su atardecer.

Quiere llegar a los Cielos

con todos sus poemas para leerlos.

Poemas compuestos de versos:
alegres, tristes, opuestos,
llenos de gozo, de amores eternos.
Escritos con alma de poeta,
espíritu de sus adentros.

Espíritu de Halloween  para unos.
Espíritu de Reencarnación para otros.
Espíritu de Eternidad para todos.

El poeta, sigue y sigue escribiendo,
quiere que se lean sus versos.
Quiere que en su lápida le escriban,
el último que ha compuesto.

Las almas poetas desnudas están,
cantando sus poesías,
Poesías... ¡Hermoso cantar!

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CUENTO ADIVINANZA: "LAS CUATRO ESTACIONES"

 

 

 

 

Parece ser, según cuenta mi leyenda, en un poblado lejano, muy lejano llamado: "Año" vivían una niña y tres niños. Eran buenos, amables y de mucha paciencia.
Los niños eran felices: jugaban en la plaza, iban a la escuela y siempre que podían visitaban la Biblioteca.
Un día con perfume de flor, radiante de color y trinar de pajarillo, un libro de la Biblioteca sonrió a la niña y le hizo un guiño.
La niña quiso tener por nombre, el mismo nombre que el Libro.
Dime: ¿Cómo se llama la niña; la niña perfume de flor, radiante de color y trinar de pajarillo?.

 

¡PRIMAVERA!

 

 

 

Uno de los tres niños; alegre, simpático y juguetón, en una lámina de dibujo, dibujó un gran sol. Lo llevó a la Biblioteca y en una estantería lo colgó.
Los libros empezaron a tener mucho calor. Sabían que uno de ellos se convertiría en estación. Estación que cantan los grillos por la noche y durante el día brilla el Sol.
Libro y niño ya tienen el nombre de estación. Estación esperada por todos para disfrutar del calor.
Dime cómo se llama el niño; el niño simpático, alegre y juguetón, el niño, de tanto calor.

 

¡VERANO!

 

En una estantería un poco olvidada, había un libro muy inquieto, sus hojas eran marrones y amarillas, y a veces se caían.
Cansado de tanto movimiento, fue a instalarse, acompañado por la fuerza del viento, en la estantería de los amigos del tiempo.
Sus compañeros lo empezaron a ver, a oír y a oler. Todos juntos dijeron: “¡Qué hermoso compañero!”. ¡Qué venga el niño, qué acaricia el viento, qué juega con las hojas de los árboles
y qué empieza a oler el invierno!
Dime: ¿Cómo se llama el niño, el niño del viento.

¡OTOÑO!

 

 

 

El último niño que quedaba sin nombre de estación, estaba: triste, solo y a penas tenía calor.
Vestido con abrigo, bufanda, gorro, guantes y botas de lana, fue a la Biblioteca y buscó en la estantería, el libro que le faltaba.
El Libro le esperaba con gran impaciencia.            Sin dudar ninguno de los dos: Niño y Libro se deslizaron por el suelo rompiendo la fina capa de hielo, característica de la estación.
Se abrazaron muy apretados y se dieron mucho calor. Fueron en busca del calor de la lumbre que tenían los dos dentro de su corazón.
Dime: ¿Cómo se llama el niño, el niño que no tenía calor, pero tenía el corazón lleno de Amor.

 

¡INVIERNO!

 

 

 

No sé, si así fue o quizá pudo ser, pero sí sé, que los cuatro niños siguieron viviendo en su poblado llamado: “Año”

   Y cada año nos siguen visitando.
Siempre en primavera. Siempre en otoño. Siempre en invierno. Siempre en verano. Siempre, pero siempre, en cualquier día del año.
¡Qué no te falte jamás un libro en tus manos!   

Sé un asiduo lector

 

 

 

Escultura de Rosita Acosta
de Díaz de Vivar,
Paraguay.
rositacostadacosta@yahoo.com.ar
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Recuerdos de mi infancia 

 

Días entrañables de mi niñez.

Recuerdo con tristeza y con dulzura, el día en que descubrí la verdad de los Reyes Magos.

  Mi hermano Juan Daniel, con gran entusiasmo, no cesaba de darme órdenes y sugerencias para la noche de Reyes.
Yo, con el cariño de hermanita pequeña, recuerdo que, obedecía a todos sus dictámenes y con gran inquietud e impaciencia, nos disponíamos los dos a preparar la llegada de los Reyes Magos.

Era un ir y venir por toda la casa.
Era tanta la ilusión que teníamos, en la tarde noche del día 5 de enero, que mi casa era un remanso de obediencia, limpieza y creencia. 
No había gritos, no había enfados, no había riñas de hermanos.

 Llegó la gran noche de la  ilusión, la noche mágica. La noche de Reyes, la noche esperada.

Los Reyes pasaron por nuestra casa.
Subieron con sus escaleras muy altas y comieron los exquisitos manjares, que les dejamos en la repisa de la ventana: mandarinas, rosquillas, galletas y agua.
Y soñé que mi Rey preferido, Baltasar, me tapaba con su capa blanca.

Desperté y encontré mis  zapatitos limpios, que había dejado en la repisa de la ventana, llenos de dulces y también encontré la cocinita que les había pedido en mi carta.
Mi hermano encontró su juego de magia y un trocito de carbón, que como era dulce, lo comimos entre los dos.

¡Qué alegría! ¡Qué ilusión!.
Lo poquito que nos dejaron fue toda una emoción. 

Mis papás nos explicaban que los Reyes Magos solían pasar por todas las casas para dejar los juguetes y regalos que los niños habían pedido en sus cartas.
Si a nosotros nos dejaban, era porque los Reyes Magos, mucho nos amaban.
Si no llegaba todo lo que se esperaba, no era porque los Reyes Magos, no nos amaran.
Era porque la economía de los Reyes en ese tiempo, no acompañaba.

Pasaron las fiestas  y de nuevo volví a la escuela.
Doña Rosario, la maestra,  nos preguntó si los Reyes habían subido con sus largas escaleras a nuestras ventanas.
Las niñas nos mirábamos, sonreíamos y a la vez callábamos.
Los niños no lo sé, porque en aquel entonces no estábamos juntos a la vez

De pronto, como una ráfaga, a mi pensamiento llegó una pregunta, que no encontré solución. 
¿Qué interés tenía mi hermano mayor que yo, en preparar con tanto afán la noche de nuestra gran ilusión?

De camino hacia casa, le pregunté y su respuesta sincera así fue:
"¡Secreto, secreto!"
Con estas dos palabras, más, la picardía en su cara; más, las sonrisas; más, las miradas de las niñas del aula. Empecé a encontrar solución a la pregunta que me hice anterior.

Llegué a casa con cara de enfado y tristeza.
Mi mamá me preguntó: ¿Qué te ocurre hija mía de mi corazón?
En este mismo instante me eché a llorar y a gritar: ¡Sois unos mentirosos! ¡Me habéis engañado!

 

Entonces mi mamá me abrazó y me cubrió de besos, mis frías mejillas coloradas por el frío del invierno.
Me dio su temple, me dio su corazón.
Me senté en su regazo y, toda mi rabia desapareció.
Le abracé fuertemente y, recuerdo que ella me explicó, una de las historias más bellas dedicadas al Niño Dios:
"La historia, de los Repartidores de Ilusión". 
Una historia, que jamás de mí se borró.

Fue tan preciosa y hermosa la historia que me contó, que los llantos se convirtieron en una pequeña oración. 
Oración que rezaba cada noche a mi Jesusito de Amor.  
  De la tristeza pasé a la ternura, y del enfado a la comprensión. Mis besos en sus mejillas y para ella todo mi corazón.

No por el paso del tiempo, éste, mi recuerdo de infancia desapareció.
Hoy, en el día de hoy y, cada 5 de enero, mi recuerdo se hace  cómplice con los niños, que presencian la Cabalgata de los Reyes Magos.

Niños con corazón de niño.
Niños con carita de asombro.
Niños con carita de inocencia.
Niños, simplemente niños. 
Entonces es cuando vuelvo a revivir un recuerdo que me llena de felicidad.

Porque, hoy... 
¡Sigo creyendo en los Reyes Magos!

Con el cariño de siempre

Invierno del 56. Navidad y Reyes.

 

Esta narración la escribí en el 4 de diciembre del 2006 como motivación para los niños del Aula de Lengua.
Ellos también escribieron la suya.

 

 

 



DULCES SUEÑOS


Cuando la noche se aproxima,
veo en el Cielo brillar las estrellas.
Agradezco las vivencias del día,
y empiezo a vivir el preludio de los sueños.


Quisiera que mis sueños fueran dulces
con sabores agradables y placenteros,
pero las acciones negativas del día
se niegan a complacer mis deseos.


Estoy en vigilia.
Vuelvo a mirar hacia el Cielo.
Las estrellas siguen brillando,
parece que todo permanece estático, quieto...


Eso no es cierto.
Veo que una estrella me llama desde muy lejos.
Intento conseguir que se acerque.
¡ Zas ! Ya la tengo en mis adentros.


¡ Qué hermoso momento !
Descubro que debo pedir perdón
por aquellos sabores que amargan mis dulces sueños.
La Estrella me ha perdonado.
Recibo toda su fuerza, todo su aliento.


Mañana cuando vuelva a vivir un día nuevo,
pediré perdón a las estrellas que por mi causa
desprendieron sabores no agradables ni placenteros.
Estrellas que ofendí.
Estrellas de alma, carne y hueso.

 

 

NOCTURNO

 

Ya, la noche empieza a caer.
El Sol, dueño del firmamento,
poquito a poco se mitiga.
La Luna, manifiesto de humildad,
poquito a poco ilumina.
El Cielo, espacio abierto y mágico,
poquito a poco oscurece.
Las Estrellas, bailarinas y fugaces,
poquito a poco la embellezan.

¡Es Nocturno, que asoma y aparece!
Su presencia es elegante y bella.

Nocturno acontece todas las noches,
sintiéndose halagado
por mi acogida sensible y tierna.

Nocturno me conoce,
sabe de mis anhelos y sueños,
sueños perdidos en la inmensidad,
de noches tristes o risueñas.

Ya, la Noche empieza a caer.
Ya, la Noche ha caído.
Comienza la aventura de soñar...
Escondo; alma y pensamiento.
¡Me abandono en la dicha de amar!

 


OTOÑO: “MENSAJERO DE LOS SENTIDOS”


Mi vista observa
con gran gozo y admiración,
las hojas doradas de los árboles,
Que caen por tu plena decisión.

Mis oídos atentos
oyen con agrado su musicalidad,
cuando voy caminando sigilosamente
por encima de ellas sin maldad.

Mi gusto exquisito
todavía lo puede satisfacer,
con algunos sabores de hojitas,
que perezosas del árbol, dejan de caer.

Mi piel queda envuelta
por caricias tiernas de tu vientecillo,
caricias que me despiertan alegremente
a un despertar de cariño.

Mi olfato se deleita
con aromas de Naturaleza,
fragancias, que nacen de la Madre Tierra,
cuando noto en ella, tu presencia.

Tu llegada me cobija
a permanecer en el calor de mi hogar.
Igual que las aves migratorias
participo de tu bienestar.

Eres tú, Otoño;
Otoño; de melancolía,
Otoño; de vida y más vida...
¡Vida, del ciclo de la vida!

Son hermosas tus acciones,
tus sonidos, tus colores...

Mi otoño querido, mi otoño amado.
Los cinco sentidos me has desbordado.
Con mi vista, mi oído, mi olfato,
mi gusto y mi tacto.
Siento que el amor crece, crece y crece,
siempre contigo; y en el mismo regazo.
OTOÑO: ¡Te he personificado!

 

Inmaculada Madre del Cielo

 

En mi perfil más acogedor,
hoy siento hacia Ti
toda mi admiración.

Con delicadeza y amor
fuiste guiando el pincel,
en las manos de papá:
¡Mi gan pintor!

Él quiso plasmar en el lienzo
tu imagen con su fervor.
Un fervor compartido en su día,
que hoy agradezco
como regalo de Dios.

Reflejó en su obra,
tu hermosura y lo consiguió.
Consiguió que la figura de Madre del Cielo
fuera, a través del tiempo,
esplendor de Luz y Amor.

Inmaculada Concepción:
Hoy es tu día.
Acoge mi plegaria
como hija de Vos,
como hija de la Tierra,
como hija de:
¡Mi Gran Pintor!

 

 

 

 

. . .

 

E-mail: josefinaalgar@yahoo.es

Josefina se ha jubilado como maestra, profesión que desplegó por más de 30 años, cuando comenzó a ejercer la docencia...
Jubilarse, lo deseaba y no lo deseaba... pues la escuela, le ha llenado de vida.
"Los niños me animaron a seguir escribiendo. Todos los lunes cuando llegaba al aula, lo primero
que me preguntaban era:
- Josefina; ¿Tienes algún poema nuevo?
Si les decía que sí, no veas sus caritas cómo respondían...
-Léelo, cuélgalo en el corcho.
Es una actividad recíproca, pues con ella también les motivaba a que escribieran".

Es casada, sin hijos y vive en un pueblecito de la provincia de Huesca (Aragón- España) llamado
Tamarite de Litera.

Reservados todos los derechos.

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