A Graciela María Casartelli

Mencionarte a prisa amiga, imposible
en este logaritmo de palabras,
donde tú, omnisciente dúctil labras,
con tu pincel descubierto, increíble.


Y cómo no permitirse emboscar,
con la belleza tan iluminada;
y no dejas que el filo de esa espada,
te roce y te deslice el manantial.


Mencionarte Graciela, así sencillo,
no vale, hay que abarcarte de retrato,
de poesía, de esbozo y de brillo.


Tendrían que desmembrarse las horas;
colocarlas a arrullar por contrato,
hilarlas, en tus cuerdas surtidoras...

Autor : Domingo Hernández

Graciela María con su hija mayor, Georgina